La espiritualidad cristiana es una sola. Todos los cristianos, seglares, religiosos consagrados de congregaciones activas y religiosos consagrados contemplativos, son llamados a profundizar lo más posible en su vida de oración. Y el grado más elevado de ésta es sin duda la oración contemplativa, cuya cima se llama propiamente contemplación.
La contemplación puede ser infusa o adquirida. La primera forma se concede a algunas almas privilegiadas como un don totalmente gratuito de Dios. La contemplación adquirida es el resultado de un esfuerzo personal bendecido por Dios para crecer continuamente en el amor divino a través del ejercicio de la oración y de la conversión personal.
La vida en la que predomina más la actividad apostólica que la oración propiamente dicha es menos perfecta. Si María, con su actitud contemplativa, "escogió la mejor parte", como declaró Cristo Jesús, es que la otra parte -la de la actividad propiamente dicha- es de calidad inferior.
Cierto que María no podría permanecer durante días sentada a los pies del Señor para contemplarlo. Cristo sabía que el trabajo de Marta para servirle a él y a sus amigos era algo muy valioso y meritorio. El servicio a los hermanos o el trabajo apostólico propiamente dicho es un deber impuesto por Jesús a los que le siguen: "id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea será condenado" (Mc 16,15-16).
Éste es el trabajo apostólico que Cristo pide concretamente a los que le siguen: predicar el evangelio. Pero la predicación de una doctrina y de un ideal no se hace exclusivamente con la palabra hablada o escrita. Esta continúa también en el modo privilegiado de comunicar el mensaje. Y este mensaje evangélico se transmite asimismo por medio de todo aquello que se puede percibir a través del mensajero.
Todos aquellos que entran en contacto con él, su manera de pensar, de raciocinar, de sentir, de juzgar, de actuar, de relacionarse con los demás, de comportarse en las diferentes situaciones y circunstancias en que el mensajero se encuentre, son a la vez mensaje.
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