Sostiene el teólogo Miret Magdalena que la felicidad, como la risa, es contagiosa; que hay que pensar a fondo y sentir a fondo; que un modo seguro de hacernos la vida agradable es hacérsela a los demás -'ser moral para ser feliz'- y que, por tanto, la felicidad y la desgracia suelen depender más de lo que somos que de lo que nos ocurre. Sólo con nuevos modos de pensar y de vivir podrá la humanidad mejorar su desgraciada e injusta globalización, dice. Con citas de esos grandes mundanos que fueron Goethe y Oscar Wilde, añade que sólo estando a bien con uno mismo y con los demás podemos acercarnos a la felicidad, y eso sin garantías. 'Cuando soy feliz soy bueno, pero cuando sólo soy bueno no siempre soy feliz', dice Miret por boca de Wilde.
Y siguiendo el hilo de Miret de Mello nos dice:
"Nunca vivirás hasta que dejes de aferrarte a la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere. Si tu felicidad depende de alguien o de algo, no es felicidad, es inquietud, es tensión, es presión, es temor. En nuestro deseo de ser felices hacemos todas las cosas equivocadas. Hemos sido programados para ser desdichados. Cualquier cosa que hagamos nos hará más desdichados. ¿Qué harás para evitarlo? ¿Cambiarás tú?, ¿cambiarás a los demás?, ¿conseguirás algo?... No tienes que hacer nada... ¡Tienes que comprender! Deja de lado la obstrucción, abandona las creencias falsas y el apego desaparecerá. Entonces sabrás qué es felicidad."
En este caso de Mello se acerca mucho al budismo.
¿Alguna opinión?